lunes, 7 de marzo de 2011

Angelo María Ripellino - perfil




Castellanos

El siciliano Angelo María Ripellino, nació en Palermo el 4 de Diciembre de 1923 y murió en Roma el 21 Abril 1978. Gran traductor y ensayista italiano. En sus primeros años se vio atraído por, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. El convertirse tiempo más tarde en discípulo de Ettore lo Gato, famoso eslavista, lo influenció del tal manera, que a partir de este momento seguirá esta senda literaria durante toda su vida.
En 1945, concluye una tesis sobre la poesía rusa del siglo XX, y en 1946 viaja a Praga para aprender idioma checo, en un curso en el Instituto de Cultura italiana de esa ciudad.
Ha sido profesor de lengua y literatura rusa en la Universidad de Roma. Fue el primer traductor al italiano de Pasternak en obras como, “El doctor Chivago” y de Bieli, “Petersburgo”. Entre sus creaciones más representativas encontramos, “Poesia russa del Novecento”. Su amor por la literatura rusa y eslava le llevó a realizar innumerables ensayos referentes a ellas. Pudo entonces adentrarse de primera mano en el mundo de las letras de Europa del Este, gracias al perfecto dominio de sus lenguas.
Colaboró en muchas revistas especializadas sobre este tema con el que tanto se identificaba, Russia, Iridion, La Cultura soviética, Ricerche slavistiche, o bien culturales como, Convivium, La strada y La Fiera letteraria, son algunas de las publicaciones donde nos dejó su huella.
Sus libros de crítica literaria siempre son lecturas apasionadas; de hecho son ensayos creativos de un gran poeta y de un excelente profesor cuyo eco aún pervive. Ripellino es una figura capital del internacionalismo literario de Italia.

Castellanos


Pequeña reflexión sobre Chéjov por Castellanos
Cuando comparto con algún amigo, colega o conocido, impresiones acerca de la obra teatral de Antón Chéjov, ya sea en Madrid, en La Habana, o en la pequeña ciudad nipona de Nagano, siempre escucho las mismas expresiones de agrado, acompañadas éstas, casi siempre, por un suspiro que rebota en el alma. He de concluir entonces que este gran hombre supo cómo librarnos de un castigo divino. Encontró el antídoto ideal contra la pena de incomunicación que desperdigó a los seres humanos desde la añeja y esperanzada Babel.



No hay comentarios:

Publicar un comentario