(…) en lo cómico, (…) para Hegel (…), el sujeto es la esencia absoluta, los actores se quitan las máscaras, el protagonismo se encuentra en lo finito y, como escribe Félix Duque refiriéndose a Hegel, en la comedida “se da un individualismo tan radical como fatuo, pues el “sí-mismo” singular se sabe ya como esencia absoluta -disolvente de los viejos dioses- no es otra cosa que la negación de toda diferencia, desgarramiento y dolor (…))”. Por esto, los dioses son sólo nubes, afirmará Hegel, y, con ello, dice, la conciencia adquiere esa certeza que consiste “en haber perdido por completo su horror a todo lo extraño, y en la completa inesencialidad de eso extraño, en un sentirse bien esa conciencia y en un dejar sentirse bien a esa conciencia, como difícilmente se lo podría encontrar fuera de esa comedia”
Para Hegel (…) la conciencia desgraciada es el reverso de la cómica: en un mundo sin dioses (…) el hombre también se pierde a sí mismo.
(…) Hegel concibe el fin del arte a partir del vínculo entre lo cómico subjetivo del romanticismo y la conciencia desdichada, una cierta conciencia desdichada estética, condenada mediante la comicidad a un mundo subjetivo de meras apariencias.
(…) La caída del romanticismo en lo cómico, irónico y humorístico, y, por tanto, en la arbitrariedad del subjetivismo, es sólo una de las causas de la disolución del arte romántico en la estética de Hegel, disolución que, no se olvide, supone el punto de partida del arde moderno.
(…) Así, lo cómico exacerbado, el humorismo subjetivo, es duramente criticado por Hegel, pero también hay una comedia positiva, la del humor objetivo.
Ese humor objetivo, que es, precisamente, el que reclamará tiempo después Breton (…) insistiendo en que “Hegel ha hecho dar al humor un paso decisivo en el dominio del conocimiento al invocar el concepto de humor objetivo”, ese humor, no recae únicamente en el sujeto, no es algo meramente contingente y arbitrario (…) sino que consiste en una dedicación exclusiva del espíritu a su objeto. (…) Hegel, como Shelling, afirmaba que “la mezcla de los opuestos, sobre todo lo trágico y lo cómico, se encuentra como principio en la base moderna del drama”.
(…) en 1930 Ramón Gómez de la Serna (…) afirmaba que “el humorismo inunda la vida contemporánea, domina casi todos los estilos y subvierte y exige posturas en la novela dramática contemporánea”.
(…) “Nada sucede más fácilmente que el que lo humorístico devenga aburrido, banal”, afirmaba Hegel en sus lecciones de estética
(…) Defendemos (…) una versión de lo cómico que parte de su dialéctica con lo sublime, que es capaz de invertirlo, pero que no se independiza en la subjetividad; un humor objetivo donde su parte más crítica se inicia, precisamente, en el respeto por el objeto y lo real; una comedia que es capaz de, sin caer en la banalidad, encontrar las grietas de las sociedades contemporáneas y mostrarlas cuando sea necesario, sabiendo que, en el fondo, no hay mejor ejemplo de lo sublime cómico que nuestra propia realidad.
(…) Cuenta Alfonso Sastre que su amigo Enrique Jardiel Poncela le confesó en una ocasión “su filosofía de la risa”: “La risa reside en la verdad. Si un día quieres hacer reír en una reunión, di cualquier verdad, y verás como se mondan”.
"La comedia de los sublime"
Autor: Domingo Hernández Sánchez.
Editorial: quálea. 2009. Torrelavega.
javier
No hay comentarios:
Publicar un comentario